Me
asombra la facilidad que presentan ciertas sensaciones. Algunas son capaces de
ideologizar a las personas. Como si de un imán se tratase. Ese que nos atrae
con una fuerza incontrolable.
Sí, son
en parte negativas. Largo tiempo pensando en tonterías, o al menos eso creías.
Hechos inútiles e irreales. Pensabas que no había remedio que curase aquello. Y
como resultado obtenías aborrecer tal cosa. Pero todo cambiaba con tan solo una
sensación. Pero no una cualquiera. Es curioso, pero cierto.
Esto
demuestra que son realmente inadecuados estos falsos engaños a uno mismo.
En un
principio creías que no ibas a lograr sobrellevarlo de forma natural. Más tarde
descubriste que efectivamente, no es algo que se pueda controlar. Sino más
bien, la ilusión es la que se apodera de tu ser. Acabas por creerte que no hay
más mundo más que esa pequeña mentira. Son cosas de la vida, injustas pero
reales.
Por
desgracia he de darle la razón a estas dichosas ilusiones. Sin ellas, ningún
ser humano tendría objetivo alguno. Si no hay nada que diariamente nos recuerde
que lo imposible es lo deseado, ¿quién si no?
Se dice, se comenta, se rumorea,
que pronto se acerca el fin del mundo. Puede ser cierto, o no. A pesar de ello,
estoy segura de que vas a ser un gran año.
Un año repleto de sentimientos, sonrisas, grandes eventos… todos ellos acompañados
del cariño y felicidad que envuelven estos 366 días del año.
Pero antes, he de recordar todos
los momentos vividos, que ahora son pasado, pero siempre permanecerán en
nosotros como un presente para todo nuestro futuro.
2011. Gran año el que nos
ofreciste, lleno de momentos a recordar. Tantas personas, todas ellas
increíbles, nuevas experiencias, sensaciones, risas... Me has ayudado a valorar,
respetar, ayudar, enseñar… Pero aún me quedan tantísimas cosas por nombrar…
Creo que es el momento de reflexionar.
He sabido afrontar que nada ni
nadie va a poder cambiar lo que soy, por mucho que persistan. He conocido a
gente nueva, y he compartido grandes momentos con los de siempre, pero nada
cambia que todos ellos sean maravillosos.
Mi estancia en Barcelona, mi
oportunidad para demostrar lo que realmente en un futuro quiero ser. Esa
maravillosa experiencia, en la que al igual que mis compañeros, no cambiaría
por nada en absoluto. Gente nueva, lugar nuevo, experiencia nueva, tres maravillas
reunidas en un mismo viaje. ¿Volveremos a vernos? No siempre el adiós quiere
decir hasta siempre, muchas veces quiere decir hasta luego, espero volver a
verte. Viajes como ese o como en verano, el de Tenerife, sé que no van a
repetirse. Pero logré apreciar a un montón de gente, por muy poco tiempo que
hubiésemos tenido para presentarnos. Alba, Cristina, Rosa, Mª del Mar, Angie, Laura, Martha, Ricardo, Ahtoh, e Iván. Mayte, Mariam y Mermi. Adrián,
Esau y Jorge. Todos nosotros, unidos en una gran ciudad. Barcelona la ciudad,
mi recuerdo, la felicidad. María, Raquel, Lisa, Miguel, y Jesús. Me alegra
haberos conocido. Fueron divertidas las noches de verano que pase a vuestro
lado. Espero vuestra visita por Madrid.
Y por último, mi gran familia. Mejor
definida como… “Mi familia y otros
animales”. Los “JALEBIJORU”. Jaime,
Bea, Lucía, Raquel, Andrés, Lolo, y Alberto. Por mucho que pasen los años, sé
que con vosotros puedo contar para lo que sea. Pero claro, ¿qué os voy a decir?
Jaime, mi marido. Que por mucho que me sea infiel, sabe que le quiero muchísimo.
Bea y Lucía, las que me han criado, mi auténtica familia. Ellas son las que me
han enseñado, las que han permanecido a mi lado en todo momento, para lo bueno
y para lo malo, quizás suene a tópico pero jamás tendré tiempo suficiente para
agradecerlas todo lo que han hecho por mí. Raquel, mi tía y una de mis fieles
amigas, pues tres cuartos de lo mismo. ¿Qué sería yo sin ti? No encuentro una
respuesta. Andrés, mi hermano. Uno de mis mejores amigos. Te quiero mucho, y tú
lo sabes mejor que nadie, te conozco desde que éramos unos enanos y nada ha
cambiado hasta ahora, sigues siendo una maravillosa persona y un gran amigo,
solo te pido una cosa, nunca cambies. Lolo, el marido de Bea, al que nunca
llegué a llamar “papá” no por él, sino porque siempre he vivido junto a mi
mitad, llamada Lucía. Ese al que yo llamo padre. Y Alberto, la vecina cotilla
del quinto piso, a la que llamábamos Rosa Ruano. Pero nunca olvidaré nuestras
historias amorosas, ni tampoco las sonrisas que compartimos día a día.
Solo he de decir que fue un
magnífico año, pero puedo asegurar que el único que dicen que nos queda por
vivir, será aún mejor. Siento no haber nombrado a todas las personas a las que tanto aprecio, con las que he compartido también, momentos especiales, pero como comprenderéis, no cabéis todos en un pedacito de mi blog, pero si en mi corazón. Feliz 2012.