¿No entiendes lo que pone?

miércoles, 16 de abril de 2014

Y si todo fuera distinto..

Hace tanto tiempo que no me siento aquí, frente al ordenador, para simplemente reflexionar… ya no recuerdo ni la última vez que me sinceré con vosotros. Pero he de excusarme a causa de los estudios. Estoy en una etapa decisiva, soy casi pre-universitaria -y digo casi, porque aún no he finalizado la etapa que está aún por cerrarse, el colegio- todo el esfuerzo que dedique ahora, se verá reflejado más adelante, estoy segura. Así que espero que podáis disculparme, pero lo primero es lo primero.

En estos últimos días, he estado dándole vueltas a una cuestión que francamente me preocupa… o más bien, que me resulta curiosa. Pero antes quiero de alguna manera, situaros, para luego poder tratar el tema con mayor profundidad.

Sube al tren, disfruta de la vida
Así de primeras, la vida parece algo sencillo, ¿no? se nace, se vive y se muere. Para algunos no tendrá mayor trascendencia que esta, el existir. Quizás, y solo quizás, vivan en un absoluto deje, e ignorancia que envuelva todo lo que para ellos conforma la vida. Quizás eviten compromisos, ahorren esfuerzo y a su vez, desperdicien talento. Aunque así se perderían gran cantidad de alegrías y tristezas que la vida misma te brinda con un único fin, vivir. Entendiendo esta sencilla palabra como aprendizaje, disfrute y felicidad. Pero personalmente me cuesta creer que alguien sea incapaz de ver lo maravillosa que es esta experiencia, sin pararse a pensar de dónde venimos, o a dónde vamos, o sencillamente, por qué estamos aquí. Para vivir no requerimos saber ninguna de esas tres cosas, ¿o sí? De todas maneras esa no era la cuestión que venía a tratar. Centrémonos en lo verdaderamente importante: el desarrollo de esa vida.

Siempre que viajo en transporte público me gusta fijarme en la gente. A veces incluso jugueteo con mi sorprendente imaginación y, partiendo de una sola apariencia, soy capaz de forjarle una vida entera a ese a quien pueda estar observando. Pero más allá de eso la cuestión que se me plantea es, ¿qué son esas personas para mí? Es decir, ¿qué son capaces de aportar a mi vida? Simplemente son compañeros de vagón, o de asiento, bajo el mismo techo, en la misma ciudad. ¿Pero debe de quedarse ahí? No sé, a veces me “angustia” en cierta medida el hecho de que, pueda llegar a morir sin haber conocido a mucha gente que seguramente merezca la pena. Cuando quizás, habiendo nacido en un entorno completamente distinto, las cosas podrían haber resultado de otra manera.

Tampoco pretendo decir que lo idóneo sería conocer a cada una de las millones y millones de personas que habitamos la Tierra, dado que es imposible y que probablemente no pueda ni tan si quiera cruzarme con la mitad. Pero sí me gustaría plantear que cada vez que vayamos a algún lugar, que estemos rodeados de tantas personas y posiblemente lo único que se comparta además de oxígeno sea silencio, podamos replantearnos esto, porque a lo mejor esa persona que tenemos al lado puede hacernos cambiar en cualquier aspecto y quizás por el simple motivo de tener sueño, que un lunes por la mañana siempre nos desagrada, nos quedemos sin la oportunidad de conocerla.

Supongo que escribo esto con el fin de que alguien entienda lo que pretendo decir. Es materialmente imposible conocer a absolutamente todas las personas que nos rodean día a día. El inconveniente que tiene la vida, es que tiene fecha de caducidad, por algo nos dicen que vivamos el presente, sin recrearnos en el pasado ni anticiparnos en el futuro. Pero si de alguna manera pudiésemos dar un giro a esa rutina que nos suele perseguir, con tan sólo conocer a una de esas personas con las que compartimos viajes de ida, o de vuelta, ¿no creéis que sería curioso probarlo? A veces las miradas hablan lo que nuestra boca calla. 

El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas, pero seguimos siendo pasajeros de esta historia, la vida.