¿No entiendes lo que pone?

lunes, 26 de enero de 2015

¿Dónde está el amor que no duele?

No sé si es que estoy demasiado sensible, pero creo que la acumulación de mala suerte está intentando aliviarse a modo de lágrimas. Tampoco os preocupéis, en verdad todo me va bien.

Me considero una chica bastante afortunada. Procedo de una familia que me ha criado con amor. Tengo, considero, a los mejores amigos posibles a mi lado, día tras día. No soy una chica de expediente destacable, pero sí notable. Y respecto a los valores que he ido adquiriendo con el paso de los años, la gente nunca me ha negado que son buenos, de hecho, siempre se me ha agradecido o resaltado esta facultad. Mi intención no es ahora echarme flores, sino permitir dar a conocer más de mí a quienes aún no saben de mi persona más allá del avatar que las redes sociales dejan ver. ¿Cuál es el problema entonces? Imagino que os preguntaréis.

Lo que pasa, es que no existe ninguna fórmula matemática que pueda aplicarse para suprimir el dolor, para olvidar los malos recuerdos, o para evitar el miedo que nos produce afrontar ciertos problemas. ¿Cuántas veces hemos sufrido por alguien? ¿Cuántas veces hemos vuelto a caer en lo mismo? ¿Cuántas cosas hemos dejado de intentar, por cobardes?

Hablando personalmente, hay algo que no para de hacer runrún en mi cabeza. Algo que me está quitando el sueño y no hace más que producirme un cúmulo de dudas respecto de mis actos. ¿Por qué no seré capaz de adquirir la valentía necesaria para hacerle frente a las cosas, independientemente de lo que pueda ocurrir más adelante?

Me cuesta admitir que una parte de mi le sigue deseando, pese a ser consciente de que entre nosotros todo está bien como está. Quizás esté tratando de luchar en contra de un deseo que nunca fue satisfecho y que ahora intenta hacerse notar tras meses de silencio. En cualquier caso, todo esto carece de sentido si no hago más que crear nubes a base de dudas. 

Qué más da querer, si ese cariño se difumina entre falsas esperanzas. Al final el amor resulta ser de nula relevancia, si no es valorado como merece.

domingo, 25 de enero de 2015

El tiempo dirá..

Últimamente no hago más que abrir mi ventana para respirar aire fresco. Nuestra fotografía siempre se desliza por la pared hasta encontrar el suelo, siendo arrastrada por el viento. También puede ser porque esa chincheta está más aflojada que todas las demás, pero quizás sea una señal. 

No hago más que pensar en la sonrisa que mostrábamos en aquel recuerdo. Más tarde vuelvo a la realidad y veo que ya no está. Esa felicidad reflejada, no se encuentra en mi rostro presente. ¿Qué nos ha pasado? debería preguntarme, pero lo cierto es, que no lamento en absoluto la decisión que tomé aquel día al alejarme de él.

Estoy sentada en la cama de mi habitación observando, como digo, la fotografía. ¿Os habéis parado a pensar en la cantidad de recuerdos que tenemos materializados? Existen infinitud de elementos atribuibles a cualquier vivencia. ¿Significa esto que tan sólo soy capaz de recordarle por esa dichosa fotografía?

Con el tiempo he aprendido que las etapas de la vida se marcan paso a paso y que cualquier mínimo detalle puede resultar trascendental en el transcurrir personal de cada uno. Al principio quise convencerme de que no necesitaba de su presencia para ser feliz, para estar completa. Más adelante fue cuando le recordaba con nostalgia, mientras me cuestionaba si hice bien o mal en dejarle ir. Pero comprendí que todo en la vida pasa por algo y que debía respetar mis decisiones anteriores.

Los humanos estamos hechos a base de recuerdos, forjados por nuestro criterio. Tallamos durante largos años lo que hoy día conforma nuestra personalidad. No es tan sencillo deshacerse de lo que uno quiere. El pasado forma parte de uno mismo y eso es así. No tenemos que lamentar lo que hicimos o dejamos de hacer, o lo que podríamos haber hecho pero no hicimos, o lo que podría haber sucedido pero no sucedió. Todo eso nos ha traído hasta hoy, y responde a cómo somos ahora.

Deshacernos de vivencias, supondría la eliminación de una parte que nos constituye como individuos. Limitaríamos nuestra propia persona cuando, el paso del tiempo, es capaz de hacernos aprender de todo el camino recorrido.

Siempre digo que la vida es un proceso mediante el cual no dejamos de aprender. No me contradigáis pues, y sacar provecho de todo lo que os surja. Tanto buenos como malos momentos, sirven para forjar la personalidad que hoy día estáis adquiriendo.