Últimamente
no hago más que abrir mi ventana para respirar aire fresco. Nuestra fotografía siempre
se desliza por la pared hasta encontrar el suelo, siendo arrastrada por el
viento. También puede ser porque esa chincheta está más aflojada que todas las
demás, pero quizás sea una señal.
No
hago más que pensar en la sonrisa que mostrábamos en aquel recuerdo. Más tarde
vuelvo a la realidad y veo que ya no está. Esa felicidad reflejada, no se
encuentra en mi rostro presente. ¿Qué nos ha pasado? debería preguntarme,
pero lo cierto es, que no lamento en absoluto la decisión que tomé aquel día al
alejarme de él.
Estoy
sentada en la cama de mi habitación observando, como digo, la fotografía. ¿Os
habéis parado a pensar en la cantidad de recuerdos que tenemos materializados? Existen
infinitud de elementos atribuibles a cualquier vivencia. ¿Significa esto que
tan sólo soy capaz de recordarle por esa dichosa fotografía?
Con
el tiempo he aprendido que las etapas de la vida se marcan paso a paso y que cualquier
mínimo detalle puede resultar trascendental en el transcurrir personal de cada
uno. Al
principio quise convencerme de que no necesitaba de su presencia para ser
feliz, para estar completa. Más adelante fue cuando le recordaba con nostalgia,
mientras me cuestionaba si hice bien o mal en dejarle ir. Pero comprendí que
todo en la vida pasa por algo y que debía respetar mis decisiones anteriores.
Los
humanos estamos hechos a base de recuerdos, forjados por nuestro criterio.
Tallamos durante largos años lo que hoy día conforma nuestra personalidad. No
es tan sencillo deshacerse de lo que uno quiere. El pasado forma parte de uno
mismo y eso es así. No tenemos que lamentar lo que hicimos o dejamos de hacer,
o lo que podríamos haber hecho pero no hicimos, o lo que podría haber sucedido
pero no sucedió. Todo eso nos ha traído hasta hoy, y responde a cómo somos ahora.
Deshacernos
de vivencias, supondría la eliminación de una parte que nos constituye como
individuos. Limitaríamos nuestra propia persona cuando, el paso del tiempo, es
capaz de hacernos aprender de todo el camino recorrido.
Siempre
digo que la vida es un proceso mediante el cual no dejamos de aprender. No me
contradigáis pues, y sacar provecho de todo lo que os surja. Tanto buenos como
malos momentos, sirven para forjar la personalidad que hoy día estáis
adquiriendo.
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