Desde un punto
de vista general, es muy bonito sí. Y soy de las que se pueden tirar horas
viendo películas de amor, pero seamos realistas: el amor está bien a su modo,
pero realmente es duro con solo imaginarlo. No todo el mundo encuentra a su
media naranja. Y el que la encuentra… puede tener suerte, y conocerla antes de
tiempo, vivir una loca historia de amor, o lamentarse toda su vida por las
locuras que conlleva este peligroso y tentador sentimiento. Pero muchas otras,
al igual que el resto mayoritario, tienen algún que otro ligue, dos… tres
relaciones serias, pero nada tan especial como el gran amor. Ese que
encuentras, prácticamente cuando ya tienes tu vida planeada.
Da gusto saber
que has encontrado al fin a esa media naranja que tanto envidiabas. Pero ¿alguien
nos habló de lo mucho que sufrió hasta conseguirla? Por eso he decidido
mostrarlo yo misma. Aprovechando mi situación, me presento. Adolescente
soñadora que cursa cuarto curso de secundaria. Quince años. Lógicamente no he
encontrado a mi gran amor. No tengo novio, ni tampoco vivo para buscarlo. Soy
de las que piensan que las cosas ocurren sin más. Y más si hablamos de amor. No
hay que ir a buscarlas, ya vendrán. Solamente hay que saber esperarlas.
La gente, no
hace mas que restregarnos lo bien que le va. ¿Hay alguien que haga lo
contrario? Me gustaría conocer a alguien, que cuando le preguntes qué tal le va
todo, responda sinceramente y diga “pues la verdad, no es mi mejor momento.
Sufro por amor”. Ante todo en esta vida, hay que ser sincero. Existen teorías
que podrían demostrar ciertos hechos; esos frecuentes entre los amores no
correspondidos. Pero estoy segura de que otros muchos, son inexplicables. Veo
tan imposible la capacidad de determinar el motivo de un amor, que prefiero
llamarlo caso, como si de una misión se tratase.
Yo veo dichos casos, tal y
como niveles de desbloqueo. A medida que aumentan las posibilidades, ya sea por
hechos, palabras, o el tiempo que ha pasado, asimismo aumentan dichos niveles.
Y es curiosa a su vez, la manera en la que cada ser, percibe ese aprecio que
muestra el o la deseada. Sé que os prometí mostraros mi percepción, pero tras
escribir dicha reflexión, he de decir, “No hagáis caso a una humilde
estudiante, cuyas expectativas están a su alcance. Haced caso al maravilloso
sentimiento que aguarda en el órgano más manipulador de todos nosotros, ese
fiel amigo llamado corazón.” Ya puede estar el cerebro marcándonos un objetivo,
que si este órgano está caprichoso, nada en absoluto va a lograr vencerle.